
Todo puede perderse en un minuto si llegamos a una discusión innecesaria.
Elegir las palabras, el tono y el momento adecuado puede evitar grandes peleas.
Decir lo que uno siente, pero en una forma tranquila, con mucha calma y antes de que el problema crezca, puede evitar un mal momento y la creación de una situación que pueda lastimar. El problema viene cuando uno calla pero la dificultad no desaparece y el enojo continúa aumentando y escalando; todo, de pronto, puede llegar al punto que uno finalmente explota, con lo que sólo se logra empeorar la situación. Un simple grito, gesto, seña insignificante o algún incidente para nosotros puede ser motivo para atizar el fuego y agrandar una pequeña fogata y convertirla en incendio. Cabe la posibilidad de que una pequeñez como esta cree resentimientos, frustraciones y muchas veces, poner en peligro buenas relaciones, de todo tipo.
Hace algún tiempo, recuerdo haber estado caminando por la calle feliz de la vida, disfrutando la novedad de mi iPod y pensando en nada (como si fuera novedad jaja); de pronto, unos gritos, a lo lejos, e insultos tan fuertes y pasionales quebraron mi tranquilidad. En primera instancia pensé (creo que cualquiera pensaría lo mismo) que Alejandra y Daniela eran dos chicas que ni se conocían y que estaban discutiendo por una traición amorosa (nunca faltan esos idiotas que les gusta tener doble vida) o un problema irreparable. En realidad estas señoritas eran primas, amigas del alma y compañeras de la vida; ahora peleaban cual fieras por una simple botella de agua (según me entere por los gritos).
Alejandra tiene el, podríamos decir, sano hábito de tomar agua continuamente. A donde va, siempre lleva unas cuantas botellas de agua. En ese momento ella se encontraba en su auto esperando a su prima. Daniela se subió y no pasaron ni dos minutos para que esta ultima atinase a tomar la botella que Alejandra tenía adelante en el auto y beber el agua sin ‘pedir permiso’ ni preguntar si alguien más quería un poco; para empeorar las cosas, era la última botella de agua.
Ale se sorprendió. Pensó para adentro cómo podía ser que su prima fuera tan desconsiderada (OH! My gato! JA!). Lo único que pudo hacer fue contemplar en silencio como Daniela bebía toda el agua (si, lo sé, aquí falta algo verraco…en otra ocasión diría algo así como: “…como Daniela se empujaba el agua…” léanlo como quieran =D) [ya me perdí, en que iba? Eso me sucede por andar hablando de otras cosas!! Piensa…Piensa! vamos tu puedes!! Ah cierto, ya recordé] Alejandra contemplaba, calladita, cómo Daniela bebía toda el agua como si fuese suya. Ale no dijo nada pero la expresión de su rostro se endureció, estaba hirviendo por dentro. Permaneció en silencio mientras su prima conversaba de lo más normal, con ella no era la cosa.
Alejandra continuaba rumiando por dentro y preguntándose que le hubiera costado a Daniela pedirle un poco de agua (a algunos le podría parecer una actitud un poco cucufata, pero en realidad tiene razón. Creo yo). Ella jamás hubiera hecho algo así porque es cuidadosa siempre con esos detalles. También estaba segura que si decía algo, probablemente se crearía una gran discusión. Así que permaneció en silencio, buena ‘táctica’. Pasó el mal rato y unas horas más tarde, ale comenzó a sentir bastante sed y se sentía aún enojada y de malhumor.
Lo que sucedió después, me parece tan común en situaciones como estas. (JA!) Pasaron unos minutos cuando Daniela, muy acertada como siempre, comentó lo incómodo que es estar en un lugar donde no se puede comentar nada (esto me hace recordar el comercial de ACE Home Center: ‘NOOOOO PUESS!!! Hace 15 años que MAESTRO negocia en volumen para ofrecer el precio más bajo’. JAJA!! Es que esas cosas no se hacen). Alejandra no pudo aguantar más e hizo ‘caput’: "¡no sabes lo mucho que me molesta que te hayas tomado mi agua sin siquiera tener la delicadeza de preguntar si alguien más (o sea yo) quiere un poco! ¡Ahora, yo también tengo sed!"
Daniela se sintió indignada por el reclamo y se molestó muchísimo por el comentario y el mal tono de voz de su prima. Con cara de “o sea hellooooo!!!”, en seguida su reacción no se hizo esperar y se puso a gritar y a insultar a su prima, cual niña con ‘rabieta’. Le dijo que se siente desilusionada, ella creía que entre ambas había confianza, no sabía que la relación entre ellas tenía el precio de una botella de agua; según ella Alejandra le había puesto límites a la relación y la intimidad, también a la naturalidad entre ambas; todo eso había desaparecido así como una onda se desvanece poco a poco en el agua (que irónico verdad?). En un abrir y cerrar de ojos, la discusión comenzó a escalar y de una inocente bola de nieve, se hizo una gran avalancha acompañada de piedras y arboles, es decir, con gritos, ofensas y llantos.
A todo esto, la botella de agua paso a un segundo plano, no era ya el problema de la discusión; ahora era la falta de consideración, los malos tonos de voz y la relación entre ambas. Quizá todo este malestar se podría haber evitado si Alejandra hubiera advertido con amabilidad antes de que Daniela hubiera tomado toda el agua, ello hubiese evitado el problema o en su defecto, no hubiera continuado aumentado y el enojo no se hubiera acumulado.
Hoy prepararemos: Previniendo el enojo
Ingredientes:
1 taza de aceptación
1 manojo de comunicación efectiva
3 cucharadas de gentileza
2 trozos de control
4 gotitas de compromiso
Condimentos:
Sensibilidad, empatía y consideración
Recomendación: Reconocer los sentimientos a tiempo evita grandes problemas
Modo de preparación:
1. El mejor remedio para el enojo es la prevención. Reconocer el punto de ebullición y poderlo calmar antes de que se convierta en un desastre y quemar o arruinar una codorniz (un ave muy difícil de cocinar) es la habilidad más grande que un chef debe tener. Le regala paz y mucha tranquilidad.
2. Es básico reconocer los sentimientos de las otras personas sin ser defensivos o agresivo. Cada uno tiene su propia manera de pensar; pretender entender y llevarse bien con todos es irreal, es una utopía. Saber escuchar, respetar y apreciar las ideas de los demás enriquece y mejora las recetas de la vida.
3. Hay que ser responsables de las acciones propias. Aceptar los errores, escoger ser adulto, incluso siéndolo cronológicamente; tomar conciencia de los actos y eligiendo siempre lo que es correcto, crea un carácter ejemplar. Entender los comportamientos propios siempre ayuda a mejorar la sazón en las relaciones personales.
"El buen sabor de la vida se obtiene cuando se logran solucionar los problemas de la cocina y ambas partes quedan satisfechas sin lastimar a nadie".
Elegir las palabras, el tono y el momento adecuado puede evitar grandes peleas.
Decir lo que uno siente, pero en una forma tranquila, con mucha calma y antes de que el problema crezca, puede evitar un mal momento y la creación de una situación que pueda lastimar. El problema viene cuando uno calla pero la dificultad no desaparece y el enojo continúa aumentando y escalando; todo, de pronto, puede llegar al punto que uno finalmente explota, con lo que sólo se logra empeorar la situación. Un simple grito, gesto, seña insignificante o algún incidente para nosotros puede ser motivo para atizar el fuego y agrandar una pequeña fogata y convertirla en incendio. Cabe la posibilidad de que una pequeñez como esta cree resentimientos, frustraciones y muchas veces, poner en peligro buenas relaciones, de todo tipo.
Hace algún tiempo, recuerdo haber estado caminando por la calle feliz de la vida, disfrutando la novedad de mi iPod y pensando en nada (como si fuera novedad jaja); de pronto, unos gritos, a lo lejos, e insultos tan fuertes y pasionales quebraron mi tranquilidad. En primera instancia pensé (creo que cualquiera pensaría lo mismo) que Alejandra y Daniela eran dos chicas que ni se conocían y que estaban discutiendo por una traición amorosa (nunca faltan esos idiotas que les gusta tener doble vida) o un problema irreparable. En realidad estas señoritas eran primas, amigas del alma y compañeras de la vida; ahora peleaban cual fieras por una simple botella de agua (según me entere por los gritos).
Alejandra tiene el, podríamos decir, sano hábito de tomar agua continuamente. A donde va, siempre lleva unas cuantas botellas de agua. En ese momento ella se encontraba en su auto esperando a su prima. Daniela se subió y no pasaron ni dos minutos para que esta ultima atinase a tomar la botella que Alejandra tenía adelante en el auto y beber el agua sin ‘pedir permiso’ ni preguntar si alguien más quería un poco; para empeorar las cosas, era la última botella de agua.
Ale se sorprendió. Pensó para adentro cómo podía ser que su prima fuera tan desconsiderada (OH! My gato! JA!). Lo único que pudo hacer fue contemplar en silencio como Daniela bebía toda el agua (si, lo sé, aquí falta algo verraco…en otra ocasión diría algo así como: “…como Daniela se empujaba el agua…” léanlo como quieran =D) [ya me perdí, en que iba? Eso me sucede por andar hablando de otras cosas!! Piensa…Piensa! vamos tu puedes!! Ah cierto, ya recordé] Alejandra contemplaba, calladita, cómo Daniela bebía toda el agua como si fuese suya. Ale no dijo nada pero la expresión de su rostro se endureció, estaba hirviendo por dentro. Permaneció en silencio mientras su prima conversaba de lo más normal, con ella no era la cosa.
Alejandra continuaba rumiando por dentro y preguntándose que le hubiera costado a Daniela pedirle un poco de agua (a algunos le podría parecer una actitud un poco cucufata, pero en realidad tiene razón. Creo yo). Ella jamás hubiera hecho algo así porque es cuidadosa siempre con esos detalles. También estaba segura que si decía algo, probablemente se crearía una gran discusión. Así que permaneció en silencio, buena ‘táctica’. Pasó el mal rato y unas horas más tarde, ale comenzó a sentir bastante sed y se sentía aún enojada y de malhumor.
Lo que sucedió después, me parece tan común en situaciones como estas. (JA!) Pasaron unos minutos cuando Daniela, muy acertada como siempre, comentó lo incómodo que es estar en un lugar donde no se puede comentar nada (esto me hace recordar el comercial de ACE Home Center: ‘NOOOOO PUESS!!! Hace 15 años que MAESTRO negocia en volumen para ofrecer el precio más bajo’. JAJA!! Es que esas cosas no se hacen). Alejandra no pudo aguantar más e hizo ‘caput’: "¡no sabes lo mucho que me molesta que te hayas tomado mi agua sin siquiera tener la delicadeza de preguntar si alguien más (o sea yo) quiere un poco! ¡Ahora, yo también tengo sed!"
Daniela se sintió indignada por el reclamo y se molestó muchísimo por el comentario y el mal tono de voz de su prima. Con cara de “o sea hellooooo!!!”, en seguida su reacción no se hizo esperar y se puso a gritar y a insultar a su prima, cual niña con ‘rabieta’. Le dijo que se siente desilusionada, ella creía que entre ambas había confianza, no sabía que la relación entre ellas tenía el precio de una botella de agua; según ella Alejandra le había puesto límites a la relación y la intimidad, también a la naturalidad entre ambas; todo eso había desaparecido así como una onda se desvanece poco a poco en el agua (que irónico verdad?). En un abrir y cerrar de ojos, la discusión comenzó a escalar y de una inocente bola de nieve, se hizo una gran avalancha acompañada de piedras y arboles, es decir, con gritos, ofensas y llantos.
A todo esto, la botella de agua paso a un segundo plano, no era ya el problema de la discusión; ahora era la falta de consideración, los malos tonos de voz y la relación entre ambas. Quizá todo este malestar se podría haber evitado si Alejandra hubiera advertido con amabilidad antes de que Daniela hubiera tomado toda el agua, ello hubiese evitado el problema o en su defecto, no hubiera continuado aumentado y el enojo no se hubiera acumulado.
Hoy prepararemos: Previniendo el enojo
Ingredientes:
1 taza de aceptación
1 manojo de comunicación efectiva
3 cucharadas de gentileza
2 trozos de control
4 gotitas de compromiso
Condimentos:
Sensibilidad, empatía y consideración
Recomendación: Reconocer los sentimientos a tiempo evita grandes problemas
Modo de preparación:
1. El mejor remedio para el enojo es la prevención. Reconocer el punto de ebullición y poderlo calmar antes de que se convierta en un desastre y quemar o arruinar una codorniz (un ave muy difícil de cocinar) es la habilidad más grande que un chef debe tener. Le regala paz y mucha tranquilidad.
2. Es básico reconocer los sentimientos de las otras personas sin ser defensivos o agresivo. Cada uno tiene su propia manera de pensar; pretender entender y llevarse bien con todos es irreal, es una utopía. Saber escuchar, respetar y apreciar las ideas de los demás enriquece y mejora las recetas de la vida.
3. Hay que ser responsables de las acciones propias. Aceptar los errores, escoger ser adulto, incluso siéndolo cronológicamente; tomar conciencia de los actos y eligiendo siempre lo que es correcto, crea un carácter ejemplar. Entender los comportamientos propios siempre ayuda a mejorar la sazón en las relaciones personales.
"El buen sabor de la vida se obtiene cuando se logran solucionar los problemas de la cocina y ambas partes quedan satisfechas sin lastimar a nadie".
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